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Quiero postear una entrada de un blog que me ha parecido lo más emotivo que he leido en mucho tiempo: ¿El CERN? No, la nieve.
Me ha emocionado mucho, quizá porque me he acordado de mi abuelo, que como todos sabeis, ha sido la persona a la que más he querido en mi vida. GRACIAS ADRI (@airqui) por estas líneas tan fantásticas.
Water is taught by thirst.
Land – by the Oceans passed.
Transport – by throe -
Peace – by its battles told -
Love, by Memorial Mold,
Birds, by the Snow
Emily Dickinson
Desde hace semanas ando buscando el momento, el tiempo y la
inspiración para escribir sobre el LHC y, concretamente, sobre el
descubrimiento del Higgs, aprovechando la efímera fama que nos ganamos
hace unas semanas: la ciencia copó muchas portadas de importantes
periódicos y no por alguna catástrofe.
No lo escribí debido a diversas razones, quiero pensar que la
principal es que estaba madurando en mi cabeza una idea fantástica y
fuera de lo común: algo didáctico, sencillo y, a la vez, interesante y
atractivo. Algo así cómo “El bosón de Higgs explicado a tu abuela, pero
de verdad, para que lo entienda”, y además añadirle algo de acción e
intriga, incluso drama, pues lo de explicar ciencia a tu abuela está muy
visto, aunque, a estas alturas mis abuelas podrían dar clases de Física
en cualquier facultad. Pues eso, buscaba algo interesante, algo
diferente, algo que de verdad pudiera interesarle a alguien que no tenga
ni pajolera idea sobre el tema.
Otra posible idea que también manejaba e iba tomando cabeza en mi
desordenada forma (¿o era al revés?) era cambiar a la abuela por un
abuelo. El mío, en concreto. Darle un toque tierno a la historia en vez
de la versión thriller que había pensado. Hablar de la Física y de mi
abuelo, como un pequeño homenaje a él.
Y ¿por qué mezclar el cariño que le pueda tener yo a mi abuelo y el
LHC? Pues porque mi abuelo era un entendido, de verdad. Siempre contaba
que ha estado en decenas de escuelas pero que nunca terminó su periodo
escolar (una época complicada, de verdad, aquella) y ni siquiera
recuerdo que hubiese tenido nunca un gran interés por la ciencia. Pero
ahora lo sabía todo sobre el LHC, creo que era su forma de estar
conmigo, de acortar los kilómetros que nos separaban Era su forma de
decir, no que me quería, si no que estaba orgulloso de mí… al menos eso
me gusta pensar. De verdad, acojona que una persona tan increíble se
muestre orgullosa de ti.
Él sabía lo que era un sincrotrón, o un gluón, sabía a cuántos
teraelectronvoltíos está operando el LHC y sabía cuándo había una parada
técnica o cuándo se estaba trabajando en optimizar los haces. ¡Joder!,
sabía del descubrimiento del Higgs el día antes de que se anunciara y
sabía lo que eso implicaba sobre la importancia de la medida precisa (y
correcta) del quark top.
Desde que recuerdo, cuando en la escuela nos pedían esas típicas
redacciones o ensayos sobre “¿Quién es tu ídolo?” (los de la ESO, si os
habéis perdido, lo siento) siempre hablaba de mi abuelo. Luego maduré (o
eso dicen) e incluí a Spider-man en la lista. Y sobre la típica
pregunta de “¿A quién quieres más, a papá o a mamá?” no recuerdo qué
contestaba, pero desde hace tiempo siempre he pensado: “A mi abuelo”. Y
ahora era él el que mostraba esa admiración, o eso me gusta pensar,
aunque sé que nunca podrá equipararse a la mía por él.
Al final no escribí nada. Una noche recibí una llamada de mi hermana.
Colgué temblando y al día siguiente estaba sobre su cama. Pasé dos
semanas acompañándolo, sonriendo, desbordándome emocionalmente (al menos
cuando estaba solo), gastándoles bromas a los médicos y enfermeras,
intentando desobedecerle cuándo me dijo que ya estaba en el final y no
quería verme ahí… Al final, me gusta pensar, se fue cuando quiso, no
cuándo le llamaron. Lo hizo a su manera, la correcta, como siempre.
Y después, gente, mucha gente, mucho silencio ensordedecor. Y todos
se acercaban a mi: “¿Tú eres Adri, el nieto? ¿El del acelerador ese que
ha descubierto ahora una partícula nueva? ¿El de los libros? ¡Tu abuelo
se pasaba el día hablando de ti!, enseñándonos cosas y fotos de dónde
trabajas… ¡Ay!, te quería tanto…”. Todos querían a mi abuelo, todos le
respetaban y, lo más increíble, todos me conocían y todos conocían la
existencia del LHC y entendían, en cierta manera, qué es lo que se hacía
ahí. Sin leer blogs ni escuchar podcasts. Sin Twitter y sin Facebook.
¿Para qué iba yo ahora a escribir un artículo, si de eso ya se había
ocupado mi abuelo?
Pensé entonces en hacer un alegato sobre el cariño y el respeto que
debemos tener a los abuelos. El hacerlos sentir orgullosos de nosotros,
como primer medio de divulgación de la ciencia. Pensé en que fue una
gran pena que no hubiera podido terminar mi doctorado con él en vida, o
que no lo llevase nunca al CERN a visitarlo. Pensé muchas cosas y casi
todas inconexas
…
Entonces, a la vuelta del tanatorio, mi hermana, una de esas personas
con el especial don de saber ver y decir las cosas evidentes, me
preguntó:
— ¿Sabes que es lo que el abuelo no ha llegado a ver antes de irse?
— ¿El CERN? – dije yo
— No, la nieve.
Así que decidí dejar de pensar en escribir sobre el LHC y simplemente pensé en sus huellas y en la nieve
Gracias!! :)
ResponderEliminarfdo: @airqui